ACTUALIDAD PROVINCIAL  – ( RIO GALLEGOS,  CAPITAL DE SANTA CRUZ)

FUENTE:  (OPI SANTA CRUZ)   – El concepto de chacra asfaltada, cierra muy bien para describir la fisonomía que presenta la ciudad de Río Gallegos. Desde el 2014 durante el gobierno municipal de Raúl Cantín (FPV/PJ) el ejido urbano más importante de la provincia es prácticamente invivible. Desde aquellos días no se veía algo parecido.

Después de aquel impacto aterrador que sumió a los riogalleguenses en la mugre, la decepción y la contaminación, el kirchnerismo provocó la salida de su propio intendente y puso a Pablo Grasso, quien hoy está a cargo del IDUV con licencia oficial para ir al mundial de Rusia y lo único que hizo el entonces Presidente del HCD, fue cumplir un interinato haciendo negocios con tierras, simulando asfaltar algunas calles con materiales que a los 6 meses ya se habían desprendido, favorecer a empresas amigas quienes hoy continúan facturando desde el Instituto de la Vivienda y fundamentalmente hacer una campaña con el fin de apropiarse del municipio por elección de la gente, algo largamente acariciado por Grasso, pero que le sigue siendo esquivo.

Al frente, el eterno articulador, armador y negociador del radicalismo, Roberto Giubetich, hombre que estuvo con todos los intendentes de su partido, conocedor nato de las obligaciones municipales, armó la contracara política de Grasso y Cia y salió a competir por la intendencia mimetizado con la caricatura de Simpson, pero muy lejos de ser cómico y atrayente por su ingenio.

La gente lo votó pensando que como hombre de “Cambiemos” y debido a su larga experiencia en la comuna, podría generar cambios necesarios y encarrilar un poco a la ciudad de la mugre. Prometió obras a diestra y siniestra y a casi tres años de su asunción no hizo absolutamente nada. Solo se ha limitado a ir a Buenos Aires a pedir plata para pagar sueldos y ya ni eso consigue. Giubetich no solo no se ha podido diferenciar de Cantín, sino que hoy tiene a Río Gallegos sumida en la peor crisis social y sanitaria de la que se tenga memoria y solo comparable con la gestión del tío de Lázaro Báez, que se preocupaba más por sus jóvenes secretarias que por administrar la ciudad.

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El Intendente de “Cambiemos” no ha hecho nada distinto a lo conocido. Tiene a Río Gallegos sumida en la basura, el rebalsamiento de las cloacas mantiene clausurada varias calles, las inundaciones mezclan agua de lluvia con materia fecal, una población de perros que supera en cinco o seis veces la población humana, vive sin control; los animales vagan con hambre en toda la ciudad formando grupos que en zona de chacra atacan a otros perros y muerden gente, rompen las bolsas de basura tiradas en las veredas, éstas desbordan contenedores, porque el gremio municipal (SOEM) está de paro por falta de paritarias; hay roedores por todos lados y como dato curioso del avance de la basura sobre la ciudad, se pueden ver gaviotas en zona urbana volando en picada para comer de las calles. No existe una arteria semiasfaltada que no esté rota, con pozos convertidos en verdaderas trampas para los autos, nadie limpia ni ordena, las calles de tierra son inmensas lagunas de barro y agua con increíbles pozos y agua de sumideros.

El vaciadero municipal es un rincón oscuro ubicado a pocas cuadras del centro de la capital, apropiado por cirujas, mucha gente de mal vivir, con niños urgando en la basura, indigentes comiendo de allí, entre perros y ratas. A los vecinos que quieren llevar sus residuos al lugar, se les hace imposible entrar o al menos lo evitan por el nivel de inseguridad y contaminación que existe. Periódicamente alguien prende fuego a las montañas de basura y el humo contaminante, olores nauseabundos, agrios y pestilentes inundan los barrios aledaños al vaciadero y llegan al centro, creando una densa neblina que se desplaza por las calles, acción de la cual se encargan los vientos fuertes de la zona.

En tanto el intendente sigue mezclado en una discusión estéril con los trabajadores y éstos aportan lo suyo, realizando piquetes, encendiendo fuegos que terminan de deteriorar las calles frente a la comuna, el corralón municipal o los distintos lugares de la repartición pública que son blanco de sus protestas y reclamos.

Santa Cruz en general pero Río Gallegos en particular, está sumida en una profunda crisis que abarca lo político, pasa por lo social y se reparte con la misma fuerza en los económico, laboral, ambiental y básicamente, moral. La clase política carece de este valor fundamental y solo avizora en su futuro, permanecer en el poder, quedarse enganchado en alguna lista para seguir becado y deambular entre el Concejo Deliberante, el municipio, la legislatura o la provincia, sin despreciar alguna “asesoría” en Cámara de Diputados, para que sus bolsillos no flaqueen, mientras esperan la oportunidad de mezclarse en otra lista para volver.

La ciudad capital estuvo, en general, en manos de ineptos cuando no de corruptos y rapaces de las política local. Si no cambia la conciencia social, esta ciudad no tiene salida. Si el pueblo no les exige nada y vota a cualquiera que prometa cualquier cosa sin saber cómo y qué va hacer, estamos condenados a este fracaso permanente. Faltan pocos meses para que la clase política vuelva a reflotar las sonrisas de los candidatos y éstos alcen los niños y recorran los barrios inundados dando idea de que lo que se debe hacer, pero jamás hicieron. Pasan los años y Río Gallegos cada vez luce peor. Aún así, en poco tiempo más volveremos a ver las mismas caras, ofreciendo las mismas cosas y prometiendo lo que no pueden cumplir. Y los votaremos, o tal vez no. Quizás empecemos a castigar a los de siempre y a reprocharles que gracias a todos ellos, seguimos estancados en la ciudad de la mugre. (Agencia OPI Santa Cruz)

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